Otro cuento lleno de ventajas

- Pakillo!!
- Qué?!
- Dice mamá que subas, que los neones que has traído tienen Pleistophorosis!
Se cruzó con ella en el rellano, sus ojos verdes brillaban al verle subir con un nuevo acuario, Luna no podía borrar esa sonrisa de sus labios mientras su padre le alborotaba el cabello castaño.
- ¿Qué vamos a poner en ese acuario?
- A los neones, cariño, vamos a echarles medicina para que se pongan buenos…
- Ahh… - susurró desvaneciéndose entre los olores de la cocina.
Una mano tímida tiraba de su delantal, ella, despacio, como si el mundo se detuviera, bajó la mirada…
Esos ojos verdes aun la paralizaban, a pesar de que ya tenían casi cuatro años, a pesar de que todavía tenían cuatro años… Esos ojos que encerraban el mar Mediterráneo, ella olía a mar desde que nació, ella, testigo de tantos secretos…
- Dime mi vida…
Luna seguía sin soltarla, jugando con los pliegues, escondiendo sus dedos en la tela…
- Vamos a poner otro acuario, ¿sabes?
- Sí…
- Un Sí complaciente, como el arrullo de aquel guiso en la cuchara de madera. Como una suave brisa, Luna volvió a desvanecerse.
La luz dorada del día se apagaba sobre las estanterías repletas de libros, la pequeña, entretenida llenando el nuevo acuario a tacitas, tarareaba de fondo… senza fine… mani senza fine…
Y una vez más todo el aire se fundió en ella, un suspiro y una mano que abraza su vientre, sin soltarla, nadando entre los pliegues de su cintura.
- ¿Te he dicho hoy que te quiero?...
- ¿hoy?....
- Sí, hoy…
- No…
- Qué despiste mi vida, si no dejo de pensarlo…
- Se sonrieron sin dejar de abrazarse…
- Mañana hay luna llena, ¿te acuerdas?
-Sí…
- Miles de recuerdos se agolpaban en sus venas mientras removía aquella bechamel espesa…
Aquella noche el mar bailaba en italiano a través de las ventanas, salpicándolas de sal, dibujando peces en el vaho, Luna, con las sábanas cubriendo sus labios, parpadeaba intentado vencer al sueño.
- ¿Mamá? ¿Me cuentas el del farero?…
Su madre la miró despacio, observando cada pequeño brillo en sus ojos, habría contado ese cuento cientos de veces, Luna siempre se dormía con la última frase…
- Había una vez un faro, en el fin del mundo, cuya luz era la más bella que jamás hubo sobre La Tierra. En una isla, se erigía frente al mar Mediterráneo, con la fuerza de las rocas, entre la mágica niebla... En él vivía un farero… un mago único en el mundo…
- se tomó unos segundos para respirar…
- Sigue, mami.
- Durante muchos años, nuestro farero había vivido allí, alejado del mundo, escondido entre recuerdos, soñando… Una noche, el farero se despertó sobresaltado, la sala, iluminada más que de costumbre lo sobrecogía; un halo blanco y dulce se colaba por las ventanas, mezclándose con la luz del interior.
Se asomó tímidamente, la luna llena bañaba el mar, tiñendo de plata las olas que golpeaban con furia la base del faro. Pestañeó lo que dura un beso, algo se movía entre las rocas, ¡una mano!… Bajó sin rozar los escalones, la cogió fuerte, esa mano… apretada contra su pecho…
- Cerró los ojos para coger fuerzas mientras Luna respiraba cada vez más profundo.
-¡La sirena!, mamá...-
-Sí, cariño; una sirena yacía a los pies del faro, en el fin del mundo, cuya luz era la más bella que jamás hubo sobre La Tierra… Suavemente, con una caricia, el farero sopló la sal de sus pestañas. Las olas calmaron su ira y el mar, una sábana de seda blanca, los fundió en un abrazo infinito… - Estaba buscándote, sin saberlo; y te he encontrado…
- Susurró ella antes de desvanecerse…
La sirena sintió un escalofrío, un aroma a café recién hecho envolvía la sala, se revolvió bajo las sábanas… ¡tenía piernas! El mago le había dado piernas!, ya nunca más vagaría por los mares, perdida, ya nunca más chocaría contra las rocas, por fin podría sentir la arena bajo sus pies…
- Mañana es mi cumpleaños, papá, ¿iremos a la playa?
Su padre dejó el quicio de la puerta para dejar un beso sobre la frente de Luna.
- Claro, cariño, como todos los años… Haremos faros de arena…